Tan
distintos, tan iguales, tan humanos, pero todos tenemos una sola realidad.
Igual podemos creer que el que vive siguiendo una educación, religión e incluso
un concepto de vida distinto a los de los que no rodean, no tienen una
realidad. Todo se basa en el presente de las cosas que nos acontecen, las que
realmente vivimos, las que hacemos diariamente con los pies en el suelo. Todo
los demás son expectativas, sueños o incluso fantasías que nos hacen que la
realidad sea más llevadera para los que no aceptan sus problemas, su rutina, su
vida como tal.
El
ser humano huye por instinto de situaciones que no le son gratas, buscando
otras alternativas. Aparecen como tales las religiones, las supersticiones, las
fantasías, los sueños, todo lo que nos haga sentir que la realidad es más
llevadera. Pero no tiene por qué ser negativo vivir en ella, aceptarla en el
comienzo de una vida completa con sus problemas y con su solución, y si no la
tiene, sólo queda aceptarlos, pero no sin luchar antes.
El
crecer creyendo que lo que nos rodea es como es y no como nos lo puedan pintar,
es la mejor formación para afrontar una vida con entereza.
Lo bueno será extraordinario y
lo malo será llevadero. Realidad mezclada con ilusión, tesón, esfuerzo y todo
lo que queramos añadirle a una vida que nos da cada día una situación que
superar, pero siempre con optimismo incluso en las situaciones adversas que
todos sin excepción, viviremos.
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